Un horizonte asomado en el letargo de las aves,
un sabor perdurable en la boca
luego del amargo grito
clamando por la libertad de los sentidos,
y una nave a la deriva
en el infinito mar de la vida.
Yo no sabía como era la urgencia,
la impaciencia de mis pasos,
y descubrí un huracán, un remolino
inclinándome a sublimar palabra,
a veces…a veces no queda nada
de aquella golondrina,
y un razonamiento me intimida
y avanza inmutable,
conminando al suicidio simbólico
de aquella niña que lloró de amor
en una esquina.
¿Pero como no va a quedar nada?
ResponderEliminarQuedan el horizonte, el grito, los sentidos,las adolescentes urgencia e impaciencia.Quedan, la niña, SUs pasos y SUs palabras.
¿Que esquina era?
Cuando pasa el huracán y las urgencias...cuando llega la calma y queda en la boca y el corazón el dulce sabor del amor...siempre queda algo, siempre.
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